viernes, 3 de abril de 2015

Relatos en La Grieta (I)




Mis pasos son ligeros como la brisa, debería sentirme inquieta pero él me inspira victoria. Una gran torre se alza a mis espaldas, tras ella el camino a nuestra base, el cobijo de nuestro nexo, de nuestra gloria. No podemos caer, ellos van a ser duros rivales y al igual que nosotros, van a dar su vida por defender el camino.


Él me mira, situados tras nuestros súbditos, iniciamos un baile de duros golpes, de pasos rápidos para hacer crecer nuestra fuerza, para poder barrer al enemigo. Es complicado comunicarte desde un silencio infinito, mi voz es mi instrumento, mi instrumento es mi arma.

El tirador enemigo hace alarde de sus balas impactando en nuestros súbditos, una de ellas roza el hombro de mi compañero, gime y retrocede. Debo actuar rápido y con cautela; coloco un guardián de visión al filo del interior del arbusto que me precede y entonces empiezo a lanzar notas con mi Etwahl. Del interior de la melodía, intangible y finita, surgen dos acordes estridentes que como púas invisibles hacen mella en el enemigo, el cual retrocede llevándose las manos a los oídos.
Su compañero no se ha quedado de brazos cruzados, aprovechando que mi aliado está malherido ha decidido ir a por todas. Una gran cadena, fría y pesada, atrapa la pierna de nuestro tirador impidiendo que éste pueda retroceder y resguardarse. Me hago paso entre los súbditos para bloquear con mi cuerpo todo el daño que mi amigo puede recibir. Es un duelo a muerte, ellos nos golpean con rabia mientras avanzamos a duras penas hacia la torre; toco una melodía dulce y cálida que nos envuelve de energía y vitalidad.

No puedo hablar, más bien él no puede escucharme, pero su mirada denota agradecimiento. Los súbditos aliados ganan terreno lastimando al enemigo. Por otro lado nosotros, bajo la torre, resguardados del impacto de los golpes iniciamos un pequeño descanso. Ellos son fuertes, pero nosotros vamos a ser más astutos. Escuchamos un ruido tras los arbustos que rodean la entrada a la jungla, eso solo significa que ya llegan los refuerzos.

Graves se enciende otro cigarro, el olor del tabaco se camufla con el de la pólvora. Me mira a los ojos sin bajar la guardia. En estos momentos es como si la batalla cesara, como si la paz reinara sobre la destrucción. Cuando la complicidad está a un nivel superior sabes que nada puede salir mal, pues ya has ganado la parte más complicada. Le sonrío y agarro fuerte el Etwahl, vamos a darle la vuelta a la situación.

Salimos de la protección de la torre, irónicamente a la cual debemos de proteger, y nos colocamos unos pasos por delante. Queremos que ellos nos vean, encender su instinto de agresividad, vamos a ser las presas que les den caza. Tras un destello, un golpe pesado me impacta y vuelvo a ver de nuevo las dichosas cadenas de Thresh causando estragos, me siento blanda y pequeña. Escucho a Graves gritar barbaries mientras estoy siendo arrastrada cuando alcanzo a ver unos pies descalzos a mi lado: Lee Sin siempre acude en el momento preciso. Una certera patada en el cráneo de mi agresor y me encuentro liberada, rodando por el suelo, el carcelero no sufre la misma suerte y acaba siendo lanzado hacia nuestra torre. Escapar va a ser imposible para él: incapacitado por el impacto y sin visión por una bomba de humo, acaba sin vida a manos de nuestro tirador. Su aliado ha huido para salvar el pellejo, sabe que no tiene nada que hacer contra tres personas. 
El ataque de nuestro compañero les ha pillado por sorpresa, deben reforzar su visión estratégica si quieren alzarse con la victoria. 

Lee Sin me ayuda a ponerme en pie mientras Graves acaba de deshacerse de los súbditos enemigos que aún circulan por nuestra línea.
Las manos del monje son fuertes y están llenas de marcas causadas al moverse por la jungla, la sangre reseca y el musgo adornan su curtida piel. De mi instrumento emanan unas bonitas notas que parecen revitalizar el cansancio del luchador, me dedica una reverencia y con los pasos más ligeros que haya visto antes, desaparece entre la maleza para ir allá dónde le necesite el resto del equipo.

Vamos a por armamento a la base para volver a la batalla más superiores. La balanza se decanta a nuestro favor, todo el equipo supera las fuerzas enemigas. Únicamente necesitamos mantener el mismo ritmo y no pecar de exceso de confianza.

En palabras de Graves: “Vamos a ganar ya esta mierda que me estoy quedando sin cigarros”. 



1 comentario:

  1. Una buena tf en bot, transformada en uan genial narracion, muy buena o.o)b

    ResponderEliminar